martes, 9 de agosto de 2011

Conoci a un hombre libre

Conocí a un hombre libre que caminaba entre caminos escarpados con carga ligera, no tenía que pagar colegiaturas, ni tarjetas de crédito, no tenia celular , internet , ni Ipod, la única música que oía era la que salía de su boca, sus silbidos, los sonidos del campo y el canto de los pájaros, sus fotografías eran imágenes de recuerdos guardados en su memoria, su restaurante preferido era su morral, donde cargaba su agua y su comida, su último modelo era un viejo burro gris que no alcanzaba los veinte por hora y no tenía ni un caballo de fuerza, pero que daba cien por litro y además no importaba ya que no tenía ninguna prisa, no se estresaba por el trafico, por los semáforos, por los peatones o por los cafres, cuando llovía no corría a protegerse de la lluvia ya que lo cubrían su sombrero de palma y su jorongo, solo seguía caminando rápido pero sin prisa hasta llegar a su destino. Para conseguir algo Intercambiada cosas como huevos o gallinas y el dinero solo tenía el valor de otra cosa, tal como lo fue para su padre y para su abuelo.

Nunca necesito una mansión con alberca, con agua corriente o luz eléctrica , tomaba agua muy pura y si estaba obscuro encendía su bombilla , su hogar era una pequeña casa en las montanas entre arboles y magueyes, completamente rodeada de pasto y flores silvestres ahí vivía con su amada esposa y sus hijos, desde ahí tenia la mejor vista del pueblo y le bastaba mirar al horizonte para sentirse en el cielo , contemplaba sentado los atardeceres fumando un cigarro que el mismo fabricaba enrollando tabaco del que tenia atrás de su casa, sobre un pedazo seco de hojas de maíz, así hasta caer la noche.

Su reloj eran el sol y la luna, se dormía cuando el primero se metía, muy temprano se paraba a almorzar y se iba a su labor sin prisa cada día. No comía a las dos o a las tres sino cuando le daba hambre y de cuando en cuando al terminar de arar algún surco hacia una pausa para calmar su sed o tomar un descanso, cuando el sol estaba a punto de morder a las montañas recogía su cosas desataba la yunta y regresaba a casa, este hombre era feliz aunque no tenía casi nada, solo lo que necesitaba, por eso era libre ese hombre.

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